La piel está formada por tres capas distintas: la epidermis en la capa más externa, la dermis es la capa más gruesa y la capa más interna es la hipodermis.
La primera, la parte más externa, es la única en la que generalmente acostumbran a tener efecto los productos de belleza. La segunda, la dermis, es donde el cuerpo almacena la mayoría del colágeno y elastina. Finalmente, en la hipodermis es donde se encuentran los depósitos de grasa.
Lo que comúnmente denominamos cutis es la unión entre la epidermis y la dermis. El grosor de las tres capas varía según la parte del cuerpo en la que se encuentre. Por ejemplo, la piel de los pies es más gruesa y resistente, mientras que por el contrario la piel de la cara es la más fina del cuerpo. Esta es la razón que sea donde más se notan los signos de expresión.
En el ser humano, la piel del hombre produce más secreción sebácea que la de la mujer debido a la mayor cantidad de andrógenos (hormona sexual masculina) que produce el hombre. Como consecuencia, la piel masculina es más gruesa y grasosa. Además, Existen dos tipos de piel: la piel fina o blanda, aquella que se encuentra principalmente en los párpados y las zonas genitales; y la piel gruesa, que se localiza en la piel labial, plantar y palmar, y además se caracteriza por tener un estrato córneo muy desarrollado, a comparación del resto de la piel. Está formada por estrato córneo, estrato lúcido, estrato granuloso, estrato espinoso y estrato basal.
La piel está en constante renovación: pierde entre 30.000-50.000 células muertas cada 60 segundos. Es decir, en otros términos, unos 750g en un año. Además, sirve de escudo frente a infecciones, gérmenes y como barrera de protección. También liberamos las toxinas a través de ella y sirve como depuradora natural.
