Dicho en otras palabras, la exposición a la luz solar puede llegar a ser muy dañina para la piel humana, pues el cuerpo se enfrenta a una de las fuentes de energía más potentes de la naturaleza. Las radiaciones solares ejercen un efecto negativo para la salud, principalmente vinculadas a diversos tipos de cáncer de piel.
Se debe considerar que no todas las lesiones provocadas por el sol se pueden clasificar dentro de la misma categoría. Así pues, hay que señalar que existen muchos tipos de tumores de piel, pero generalmente pueden diferenciarse dos: el melanoma y los carcinomas.
Los melanomas son los tumores de piel más peligrosos que hay, pues pueden producir metástasis e invadir otros órganos. Por su parte, los carcinomas se subdividen en carcinoma basocelular y espinocelular. El primero es la forma más común de cáncer cutáneo, pero también la menos peligrosa. En contraste, el segundo puede invadir tejidos en profundidad y producir metástasis a distancia.
En referencia a los principales riesgos de una exposición prolongada y sin la protección adecuada a la radiación del sol se encuentran la aparición de eritemas, que se caracterizan por el enrojecimiento de la piel expuesta al sol y precede a la quemadura, las quemaduras de primer y segundo grado, el cáncer de piel y otros trastornos cutáneos y el envejecimiento prematuro de la piel.
Así pues, en síntesis, si queremos conservar una piel sana, sin cáncer cutáneo y, además, bonita, sin manchas y arrugas en el futuro, hay que cuidarla y no abusar de la exposición solar. Protegerse adecuadamente del sol permitirá obtener todos los beneficios que aporta al organismo y, al mismo tiempo, evitar los riesgos derivados de una exposición prolongada a él.